lunes, 30 de octubre de 2017

Estoy ubicada exactamente
en el mismísimo punto áureo
de la calma que antecede
a la tormenta

puedo sentir
la interminable ausencia
del alma de los pájaros
ni siquiera se oyen
los arrumacos de las palomas
ni un solo auto que pasa
por la concurrida Necochea
ni un solo perro ladrando
ni una sola respiración,
más que la mía

estoy despierta
el flash de un relámpago
me levanta los párpados
abro los ojos, y los vuelvo a cerrar
esperando el eco de un trueno
que nunca se oyó

segundo flash

tercer flash

fueron tan seguidos
e inconsecuentes
que me pongo nerviosa
y  en la leve claridad que se filtra
por la persiana
diviso una forma antropomorfa
parada frente a mí
y sin pensarlo la enfrento
y la golpeo

era sólo una campero en mi perchero
estoy nerviosa
asustada
me escondo para escribir esto
nunca me asustaron las tormentas
creo que me acostumbré,
últimamente
a detectar la peligrosa calma
antes de la tormenta
y por eso hoy, temo

me consuela
sin embargo
el acto involuntario de enfrentar
y golpear
aunque sea sombra inanimada
a aquello que me amenaza

tal vez
como la tormenta
sea yo quien se despierta
lentamente

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